“Yo soy tu Sanador” —Éxodo 15:22-27

Iglesia Presbiteriana Pacto de Cristo

Todo el mundo quiere ser sanado. Todos quieren la receta, y la terapia para lucir cuerpos sanos y resplandecientes. Pero ¿cuantos quieren un corazón sano? ¿cuantos quieren ser libres de la amargura?

En nuestro texto el Señor no sana el cuerpo, sino el alma (aunque se ocupa de la provisión para el cuerpo). Él usa la sanidad de las aguas amargas de Mara para mostrar a su pueblo que Él es el único que puede sanar sus corazones.

Hemos vivido circunstancias muy duras y difíciles pero no tienen comparación con el tormento de quienes hoy son afligidos en el fuego del infierno, nuestras aflicciones no se comparan con la aflicción de aquel que ha muerto sin Dios. Ruego al Señor que Él sane nuestros corazones, porque una iglesia que tiene amargura no puede reflejar la dulzura de Cristo. Que el Espíritu Santo abra nuestros ojos a las maravillas de su Palabra.